El origen etimológico del término perfección deriva de la palabra “perfectio”, que puede traducirse como “la acción de dejar algo acabado” y que se encuentra compuesta por tres partes diferenciadas:
-El prefijo “per”, que es equivalente a “por completo”.
-El verbo “facere”, que es sinónimo de “hacer”.
-El sufijo “-ción”, que se usa para indicar “acción y efecto”.

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El perfeccionismo en si no es malo y te puede llevar al éxito proporcionándote el estimulo necesario para perseverar ante el desaliento y los obstáculos. Sin embargo, un perfeccionismo exagerado, te puede provocar problemas en tu vida familiar, social o profesional.

A muchas personas les cuesta trabajo aceptar que son perfeccionistas, lo encubren bajo el lema de que “Les gusta hacer las cosas bien, ya que solo de esa manera van a lograr mantener o alcanzar el éxito”.

Pero hacer las cosas bien y mejorarlas cu ando se pueda, es muy diferente a tratar de hacer las cosas perfectas para demostrar que eres una persona inteligente, valiosa e importante. En el primer caso las cosas se van hacer sin demasiada angustia o estrés, en cambio en el segundo, se va a incurrir en una fuerte carga de estrés, ya que se trata de demostrar algo, que en caso de no lograrse afectará directamente la autoestima.

Así que, si tú también pecas de eso, te cuento doce claves para empezar a quitarte de encima semejante lastre:

1. Valora las desventajas de ser perfeccionista: hasta la fecha, ¿cómo te ha afectado en términos de estrés, nervios, autocrítica, capacidad de relajarte o de disfrutar de cosas nuevas? Esto te ayudará a tener claro por qué quieres cambiar.

2. Mantén la mente clara y afronta tus temores: la inseguridad que se esconde detrás de la búsqueda de la perfección, puede favorecer que te preocupes en exceso (esto debilita tu energía, provocan emociones que desbordan, distraen de las experiencias agradables del presente y limitan la creatividad9. Es por ello necesario savar tu lado racional/realista: ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿realmente es tan horrible? Después, exponte a lo que temes (cometer errores, recibir críticas, contratiempos…) hasta que superes esa incomodidad inicial y te sientas mejor.

3. Diferencia lo que “prefieres” de lo que “necesitas”: es agradable y deseable hacer las cosas bien y lograr lo que te propones, pero recuerda que no es imprescindible hacerlo todo perfecto y que siempre salga bien.

4. Baja un poco el listón: escoge una o varias actividades para hacerla al 80% o al 60% (en lugar del 100%). Comprueba cuánto has disfrutado y qué resultados has obtenido. Observarás como hacerlo con menos tensión, aumenta tu satisfacción y tus ganas de hacerlo mejor.

5. Céntrate en el proceso en lugar del resultado: esfuérzate en el proceso (controlable) y no te obsesiones con el resultado (incontrolable).

6. Aprende de tus errores o fracasos: Si no soportas equivocarte, no correrás riesgos, y en ese momento tu desarrollo personal habrá terminado. Mi opinión es que los errores inevitables…¡que nos sirvan para algo! No te dejes arrastrar por ellos y pregúntate qué factores han influido, qué puedes aprender y si puedes sacar algo bueno.

Te puede ser útil pensar en alguien que conozcas que finalmente haya tenido éxito. ¿Cuántas veces crees que fallado el récord mundial de salto de altura durante su carrera? Gracias a estos fallos, dio un paso más hacia su objetivo y triunfó.

7. Evalúate por lo que eres, no por lo que haces: deja de pensar que “no vales” cada vez que cometes un error. Plantéate si todo tu valor como persona depende de lo perfecto que hagas las cosas.

8. Establece límites y disfruta: tener una vida ocupadísima y una agenda sobrecargada no es sinónimo de éxito y te quita mucha energía. ¿Qué es lo que más te importa, lo que más valoras? Concentra tus energías y planifícate para poder dedicar tiempo a esto.

9. Reflexiona qué cosas te han hecho (o te hacen) feliz: ¿qué hacías?, ¿qué hay de perfecto en estas situaciones?, ¿estás seguro que si fueras perfecto o lo tuvieras todo serías feliz o interesante? Aprecia y prolonga los momentos de entusiasmo y alegría.

10. Recuerda que la responsabilidad de cómo quieres vivir es solo tuya: Si te encuentras con que no puedes cambiar lo que tienes alrededor (relaciones familiares, circunstancias del trabajo…) piensa en pequeños cambios en ti mismo que te permitan mejorar y llévalo a cabo.

 

¿Qué piensas? ¡Empezamos! Ven y deja tu perfección para conseguir tu excelencia.