La preocupación es un estado mental en el que nos instalamos cuando anticipamos hechos o consecuencias desagradables e incluso imprevisibles. Significa un viaje al futuro que de alguna manera nos incapacita en el presente ya que secuestra parte de nuestros recursos mentales, buscando una solución a lo que muchas veces solo es una posibilidad.

Es muy común que las preocupaciones se apoderen de nosotros y que nos encontremos a nosotros mismos dándole vueltas una y otra vez a un mismo tema, sin descanso.

En ocasiones esto nos produce síntomas a nivel físico, el cuerpo nos habla y casi que nos ordena que por favor paremos, que ya basta de rumiar como las vacas y que es hora de poner las cartas sobre la mesa y afrontar el problema real, fuera de los escenarios hipotéticos y angustiosos que diseñamos en nuestra mente.

Aunque parece fácil al decirlo, liberarse de la preocupación resulta una dura tarea, se apoderan de nosotros, nos roban la capacidad de pensar de forma clara y nos margan el presente.

La buena noticia es que poseemos una poderosa arma llamada fuerza de voluntad, mediante la cual podemos decidir cómo sentirnos y también cómo actuar. Tenemos la capacidad de dirigir nuestros pensamientos y por lo tanto deshacer las preocupaciones de nuestra mente. Es un arma difícil de usar porque practicamos poco con ella, pero si queremos combatir al poderoso adversario que supone la preocupación, no nos queda otra que aprender a usarla conscientemente, a “domarla”.

Preocuparse de manera anticipada sobre lo que nos puede ocurrir, no solo no previene que finalmente ocurra, si no que nos ancla en el problema que resulta tener la mente en el futuro sin disfrutar del aquí y ahora.

No es raro que la preocupación sea reforzada exteriormente de forma positiva. De hecho muchos piensan que algo que no nos preocupa tampoco nos importa, cuando esto no es cierto. Muchas veces, ya hemos encontrado la solución a eso que según otros “debería preocuparnos” o simplemente hemos conseguido aceptarlo y trazar un plan de vida en el que asumimos que tenemos que vivir con ello.

Si hay algo que podemos controlar es nuestra propia mente y la preocupación forma parte de ella. Olvídate de usar la preocupación para intentar que no ocurran hechos futuros desagradables. Si tienen que ocurrir, ocurrirán y lo importante ocuparte de ellos en ese preciso momento.

Algunos recursos que se pueden aplicar:

  1. Una fórmula mágica para resolver situaciones de preocupación- enfrenat tus demonios.  Si tiene un problema de preocupación, aplica la fórmula mágica de Dale Carnegie:
    •  Pregúntate qué es lo peor que puede sucederte si nos consigues resolver el problema.
    • Prepárate mentalmente para aceptar lo peor, si es necesario.
    • Trata de buscar opciones para mejorar lo peor o minimizar el impacto.
  2. Vive en el Aquí y Ahora. Las preocupaciones existen, de alguna manera todos experimentamos incertidumbre por el futuro o dolor por lo vivido en el pasado. No podemos desligarnos de nuestra línea del tiempo, pero si podemos trabajar conscientemente para situarnos principalmente en el aquí y el ahora.
  3. Recopila los hechos: Una de las mayores fuentes de  preocupación es la confusión, esa falta de claridad ante una situación que nos impide tomar una decisión; o bien, la incertidumbre por lo que va a pasar o las dudas sobre nuestras decisiones.
    El primer paso para disminuir las preocupaciones es tratar de encontrar todas las evidencias posibles alrededor de lo que nos concierne. Debemos buscar los hechos de manera objetiva e imparcial, sin juicios ni emociones que enturbien nuestra mente.
  4. Analiza los hechos:
    • ¿En qué consiste el problema?
    • ¿Cuál es la causa del mismo?
    • ¿Cuáles son las soluciones posibles?
    • ¿Qué solución propones?
  5. Toma decisiones: Una vez que analizaste los hechos, compara tu temor con tus recursos. Haz un balance y date cuenta si tienes más recursos de los que creías para hacer frente a tus preocupaciones.
    Observa la situación desde dos dominios principales: Lo que está en tus manos y lo que está en manos de los demás y házlo.

¿Qué te preocupa? Puedes rumiar en tus pensamientos catastróficos y paralizarte por los mismos o tomar cartas en el asunto. Tú decides. ¡EMPEZEMOS!